Desarrolla y fortalece la Inteligencia Emocional
Recursos y herramientas para desarrollar y fortalecer la inteligencia emocional.
Recursos y herramientas para desarrollar y fortalecer la inteligencia emocional.
Las emociones intensan pueden ser abrumadoras, pero no estás solo. Selly incluye herramientas prácticas para actuar en situaciones que requieran actuar en el momento, en situaciones de "crisis".

La vida está llena de emociones, como alegría, frustración, miedo, enojo o la tristeza. Cada una influye en cómo aprendemos, como nos relacionamos y enfrentamos los retos del día a día. Cuando tenemos poca inteligencia emocional es difícil reconocer nuestras propias emociones, regular nuestras emociones y de igual forma, reconocer las emociones de otras personas.
De esta necesidad nace “Selly: Kit Emocional”, un recurso diseñado para acceder de forma fácil a herramientas que nos pueden permitir reconocer, comprender y regular las emociones. Selly integra adaptaciones de actividades que se han desarrollado previamente en la Terapia de aceptación y compromiso, La terapia dialectico - conductual y Mindfulness para ofrecer herramientas claras y prácticas que fortalecen la inteligencia emocional.
Selly es una invitación a que sentir sea seguro, a que las emociones tengan un lugar, y a que podamos fortalecer esta inteligencia emocional.

Porque las emociones están en todo, afectan cómo aprendemos, cómo nos relacionamos y cómo respondemos a lo que vivimos cada día. Trabajarlas nos permite comprender lo que sentimos, regular mejor nuestras reacciones ante distintas situaciones y construir relaciones más sanas. Elegimos enfocarnos en ellas porque son la base del bienestar y el punto de partida para crecer con equilibrio.

El propósito principal de Selly es promover el desarrollo y fortalecimiento de la inteligencia emocional que permitan a quienes hagan uso de los recursos desenvolverse con mayor bienestar. Más que un conjunto de actividades, Selly busca ser un recurso que ofrece información, claridad y herramientas sencillas para afrontar los desafíos emocionales.

Selly está compuesta por recursos didácticos, visuales y prácticos diseñados para trabajar el reconocimiento emocional, la regulación y las habilidades socioemocionales en diferentes contextos como el aula o en casa. Todo el material fue elaborado pensando en diferentes edades y niveles de desarrollo, sin embargo, son herramientas que pueden ser ajustadas sin problema a cada diferencia individual o grupal.
Es importante mencionar que Selly ofrece la guía básica de aplicación y una hoja de trabajo que se puede usar como base, lo maravilloso de estas herramientas es que quien las use las puede adaptar de acuerdo a sus necesidades.
Las emociones son respuestas psicológicas y fisiológicas que aparecen cuando nos enfrentamos a situaciones que tienen significado para nosotros. Estas respuestas cumplen funciones adaptativas, que permiten detectar peligros, buscar apoyo, protegerse, conectar con otros y aprender de lo que ocurre.
Por ejemplo, en el contexto escolar, las emociones aparecen constantemente, en un examen, un conflicto, un elogio, un cambio inesperado. Cuando un estudiante no comprende sus emociones o no sabe manejarlas, es más probable que reaccione con impulsividad, que se frustre con facilidad o que tenga dificultades para convivir en el aula.
Por eso, en Selly las emociones no se ven como “buenas” o “malas”, sino como señales que ayudan a orientarnos. Reconocerlas es el primer paso para regularlas y tomar decisiones más conscientes.
La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las propias emociones y las de los demás. Se considera una competencia esencial porque influye en como afrontamos distintas situaciones, en la adaptación a entornos cambiantes y el bienestar socioemocional. La inteligencia emocional se compone de cinco competencias principales:
El desarrollo de estas competencias fomenta resiliencia, autoeficacia y motivación intrínseca.
La regulación emocional es el proceso mediante el cual las personas gestionan sus emociones para adaptarse de manera flexible a las demandas del entorno y mantener el bienestar psicológico. Esto implica influir en qué emociones se experimentan, cuándo y cómo se expresan, a través de estrategias que actúan antes o después de que la emoción surge.
Esto incluye:
• Comprender qué se está sintiendo.
• Decidir cómo responder a esa emoción.
• Elegir estrategias adaptativas para manejarla.
La regulación emocional también busca mantener la coherencia interna y cumplir funciones como reducir el malestar, ajustar la expresión según las reglas sociales y la armonía interna del individuo coordinando los estados emocionales con las demandas de cada situación. Por ello, entrenar estas habilidades es clave en la adaptación personal y social.

La desregulación emocional es la dificultad para gestionar y modular las emociones de manera adaptativa, lo que afecta la autorregulación y el control de impulsos. Implica problemas para seleccionar, evaluar y responder flexiblemente a estímulos emocionales, asociándose con impulsividad, baja tolerancia a la frustración e irritabilidad.
La desregulación emocional es un síntoma frecuente en infancia y adolescencia, manifestándose en agresividad, labilidad emocional y conductas de riesgo, que deterioran la funcionalidad social, académica y familiar. Además, experiencias adversas en etapas críticas pueden alterar áreas cerebrales como la amígdala, intensificando respuestas emocionales difíciles de controlar.

La alegría como una emoción que engloba diversas experiencias positivas, como la diversión, el alivio y la satisfacción. Su función principal es fortalecer los vínculos sociales y reforzar conductas que han resultado beneficiosas en el pasado, promoviendo la cooperación y la interacción positiva.
Aunque no existe una señal facial única para cada tipo de alegría, todas comparten la sonrisa genuina o de Duchenne, que involucra tanto los labios como la zona ocular. Esta emoción actúa como un indicador de seguridad y bienestar, permitiendo que las personas se acerquen y mantengan relaciones armoniosas.

La tristeza surge ante la pérdida de algo significativo o el fracaso en alcanzar una meta importante. Su función adaptativa consiste en reducir la actividad para conservar energía, facilitar la reflexión y motivar la búsqueda de apoyo social.
Este estado emocional ayuda a reorganizar prioridades y aceptar cambios inevitables, preparando al individuo para adaptarse a nuevas circunstancias. Aunque puede parecer debilitante, cumple un papel esencial en la regulación emocional y en la construcción de la resiliencia frente a las adversidades.

El miedo aparece cuando existe una amenaza física o psicológica, real o anticipada. Es una emoción diseñada para movilizar recursos de manera inmediata, preparando al organismo para huir o protegerse.
Esto se refleja en cambios fisiológicos como el aumento del flujo sanguíneo hacia los músculos grandes, lo que facilita la acción rápida. El miedo, por tanto, no solo alerta sobre el peligro, sino que también optimiza la respuesta para preservar la vida, siendo una herramienta evolutiva clave para la supervivencia.

La ira se activa cuando alguien bloquea o daña metas relevantes para la persona. Su función es defenderse y eliminar obstáculos, lo que puede derivar en conductas de confrontación o agresión.
Esta emoción incrementa la energía disponible y orienta la atención hacia la causa del daño, favoreciendo la resolución del conflicto. Aunque puede resultar disruptiva, la ira cumple un papel adaptativo al señalar injusticias y motivar acciones para restablecer el equilibrio en las relaciones sociales.

Su función es evitar lo nocivo, protegiendo al organismo de sustancias peligrosas y, en un plano más abstracto, de conductas consideradas repulsivas (ya sean personas o situaciones desagradables o inaceptables).
La expresión facial característica (labio superior levantado y nariz arrugada) comunica rechazo y contribuye a regular interacciones sociales, reforzando normas culturales sobre lo aceptable y lo inaceptable.

La sorpresa se produce ante eventos súbitos e inesperados. Una emoción que interrumpe lo que estemos haciendo y redirige la atención hacia lo nuevo, permitiendo evaluar rápidamente la situación antes de actuar.
Aunque su duración es breve, cumple una función crucial: preparar a la persona para procesar información inesperada y ajustar su comportamiento en función del nuevo suceso. De este modo, la sorpresa actúa como un mecanismo de alerta que facilita la adaptación a cambios repentinos en el entorno.
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